El Superhombre sería aquel ser humano completo, que ha alcanzado el estadio superior de la existencia. Así, los hombres no serían sino en espacio intermedio entre el primate y la excelencia del Superhombre. Se califica de esta manera a los individuos que, habiendo superado la creencia en Dios y los determinismos absolutos, se concentran en crear su propio sistema moral y se someten tan solo a él. Nietzsche no cree en un igualitarismo intrínseco
Nietzsche manifiesta un fuerte desprecio por aquellos que él considera “individuos débiles”. El Superhombre presenta una cierta moral de la violencia, caracterizada por la lucha, la superación personal, la falta de compasión y el atractivo de la acción. Los hombres superiores rechazan categóricamente “la moral de los esclavos”, es decir, aquel pensamiento colectivo de los que han extraído lecciones morales de su situación como sometidos: el servilismo, la compasión, la paciencia o la humildad. El Superhombre es un rechazo directo al victimismo.
El Superhombre es aquél que no tiene miedo a la diferencia, que desarrolla sus propias reglas morales, que se debe a ellas, y que nunca escoge el camino más fácil. Mediante las dificultades y los desafíos, el Superhombre se hace a sí mismo y crece en espíritu. Por otro lado, aquellos que son superiores disfrutan de la vida al máximo, cogiendo todo lo que ésta les puede ofrecer: desde el amor sexual hasta la salud, la belleza o la generosidad. Así, aquel que se ha erigido como Superhombre debe de poder expresar su particularidad sin miedo a ser señalado.
Nietzsche sería un filósofo apolítico, pese a que en sus teorías sí podemos encontrar grandes propuestas orientadas hacia esta disciplina. Sin embargo, él no se adscribió a ningún movimiento, sino que fue un virulento crítico de demócratas y socialistas. Es más, la visión que el alemán tenía del Estado no era nada alentadora. Para Nietzsche, la mera concepción-Estado ya era perversa de por sí, tratando a los individuos como rebaño, como si todos fuesen iguales. Perdiendo así la libertad, la individualidad y la creatividad, que tan importantes eran para él.
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